¡A dormir se ha dicho!

Decía un párroco amigo mío que las homilías, para ser buenas, debían de ser “como las minifaldas: cortas y que enseñen mucho”.

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Creo que esta misma afirmación es muy válida para los discursos en nuestros eventos. Es muy típico ver a los invitados, e incluso a los que presiden, cabecear durante los mismos. Yo misma confieso haber sacado fotos indiscretas o haberme reído maliciosamente entre bastidores del profundo agotamiento que el orador causaba en el auditorio, mientras daba codazos de aviso a alguno de mis compañeros.

images-47Existen distintos tipos de oradores:

  • El cansino: que, siguiendo el guión que le ha trazado el redactor tan exhaustivamente repite todo lo que han dicho anteriormente el resto de invitados. Mi duda siempre es si no sabe abreviar o si no ha escuchado a los demás.
  • El gracioso: que intenta resultar cercano haciendo chistes que resultan desagradables o nadie entiende. El resultado es una tensión ambiental tal que podría cortarse con un cuchillo.
  • El excelso: a quién no hay quién entienda, a veces ni siquiera el mismo sabe lo que ha dicho.
  • El barroco, q adorna con florituras la arenga para no decir nada y no terminar de aterrizar.

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Tu discurso debe ser: claro, conciso, concreto. No aburras. No te excedas. Y comprueba si realmente se parece a una minifalda: corta y que enseñe (que aporte y su mensaje sea claro). No superior a 10 minutos, en ningún caso… ¡Se considerado con los asistentes y contigo mismo!

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