¡Es mejor tener la última palabra!

Había decidido no escribir post esta semana por una cuestión de tiempo, pero o escribo o reviento.

A todos nos ha dicho alguna vez nuestra madre, abuela, novia/novio eso de: “te encanta tener la última palabra”. Y es que eso de hablar el último ¡y punto! nos encanta. ¡Se acabó! ¡Gané!


Hablar el último es un signo de poder… Te da la ventaja de escuchar a todos y cerrar sin que nadie pueda refrendarte. Hablas el último… ¡y punto! Y te queda esa sonrisa de satisfacción…Esta es la razón por la que me cuesta entender, cuando asisto a algunos actos, que se vuelvan locos y se hablan tanto lío con el orden de intervenciones. ¡Hasta mi abuela lo entendería!

  1. Si el acto consiste en una comida hay varias fórmulas. Lo más corriente suele ser hacer un discurso breve al término de los postres.
  • Se saluda
  • Se da la bienvenida al invitado de honor (el anfitrión)
  • El invitado de honor dice unas concernientes al motivo de su visita y agradece a todos su presencia.

(Si quieres saber más puedes leer el post sobre brindis)

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2. En aquellos actos que no son comidas en la que los principales invitados intervienen mediante un discurso se procede de la siguiente forma, según sea único o múltiple:

a) El único se da cuando el anfitrión presenta y agradece y el invitado de honor responde con un breve discurso.

b) Los múltiples se dan cuando hablan varias personas, es el caso de una inauguración, etc. El orden entonces para hablar es claro, como decíamos más arriba: de menor importancia a mayor importancia. Habla primero la persona de menor importancia, para terminar hablando la de mayor importancia.

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En estos casos es interesante preparar un “Ordo procedendi” que evite errores en el orden de intervenciones.

Vamos, muy sencillito, ¡no tiene pérdida ni dificultad alguna!

 

 

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