A veces me pasa que tengo que organizar un acto y no hay manera de que los asistentes me confirmen.
Me llama uno y me pregunta si va a venir otro y el otro me llama y me pregunta si va a venir uno, en un bucle sin fin de pandillas colegiales.
Me entran unas inefables ganas de ponerles de ejemplo la siguiente situación:
«Si tú celebras tu cumpleaños, ¿te gustaría que los invitados te llamasen y te preguntasen quién va?»
Evidentemente no,… Se me ocurren miles de razones y contestaciones que uno no da por educación, pero que son completamente legítimos:
«A mi fiesta invito a quien me da la gana»
«Si vienes a mi fiesta será por mí»
… E incluso: «¿y a ti qué te importa a quién invite yo?»
Claro que como soy protocolista…y mis padres me enseñaron bien, todo sea dicho,… ¡no lo hago!
Algunos se atreven a decirte claramente: «es que si va fulanito yo no voy», en un alarde de cara dura… Y es que se va perdiendo la elegancia, ¡una pena!, en aras de una supuesta heroica claridad.
Como veis resulta una falta de educación terrible andar interrogando sobre la lista de invitados y los datos de los mismos. Metiéndose en la privacidad de los demás exigiendo de forma dictatorial y dando muestras de ostentación de poder, en algunos casos.
Es cierto que las fotos y las compañías importan, pero es mejor rechazar una invitación que despreciar al anfitrión y que no te vuelva a invitar o critique tus intereses. Es una forma de construir o destruir para siempre la marca personal.
En las peleas infantiles es mejor quedar bien…
Una respuesta a «Yo con ese no me «ajunto»»
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