«No me llames señora, que me haces vieja». Malas costumbres en la empresa

Todos recordamos con una sonrisa el personaje de empleada del hogar de Gracita Morales en los 60-70…

¡Qué bonito recuerdo!, ¿verdad? Pero los tiempos y la sociedad han cambiado mucho y aquello de «señorito» ya no suena bien sino en su boca. ¡Y ni os cuenta lo se «señorita»!

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«¿Señora o señorita?», una pregunta que suena a rancio. Pues os sorprenderá aún más cuando os diga que a mí me lo preguntó una azafata de Air Europa en Barajas. Después de llamarme varias veces «señorita» le dije: «soy señora». A lo que me contestó: «¡Ah, está casada! Perdone!». Los que me conocéis podéis imaginar se me salían los ojos de las órbitas ante tal espectáculo…

Es evidente que el estado civil de una mujer no es importante y mucho menos para tomar un avión o para realizar bien tu trabajo. Es muy duro tener que luchar contra este tipo de lenguaje sexista y mucho más en el lugar donde uno desempeña su labor profesional.

El objetivo es equiparar, y clarificar, el tratamiento que se le da a todos los ciudadanos. Sin embargo, muchas veces nos encontramos con grandes impedimentos. Por ejemplo, si uno busca en la RAE las definiciones de «señorita» y «señorito» encuentra esto:

1. m. y f. Hijo de un señor o de persona de representación.
2. m. y f. coloq. Persona, especialmente si es joven, a la que sirve un criado.
3. m. coloq. Joven acomodado y ocioso.
4. f. Término de cortesía que se aplica a la mujer soltera.
5. f. Tratamiento de cortesía que se da a maestras de escuela, profesoras, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio, etc.


Es evidente que el término recoge acepciones totalmente diferente para la mujer que para el hombre. Estas son algunas de las razones por las que mi blog se llama como se llama… «¡Cómo te lo diría!».

Fijaos que en femenino se refiere a: «término de cortesía que se aplica a una mujer soltera» y «tratamiento de cortesía que se da a maestras de escuela, profesoras, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio, etc». Y en masculino: «joven acomodado y ocioso». Y de forma indistinta para los sexos dos definiciones: «amo con respecto a los criados» e «hijo de un señor o de persona de representación».

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No suele ser lo mismo ser señorita que señorito y, si os percatáis, a ellos no les preguntan «¿señor o señorito?»

¡Todas, absolutamente todas las mujeres, somos señoras! Es bastante desagradable que te pregunten si estás casada o no… y más alguien que no es cercano a ti. El uso sexista del lenguaje ha estado discriminando durante décadas a las señoras solteras de las casadas.

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Y lo peor es cuando el tratamiento de señora o señorita viene determinado por tu apariencia física o tus arrugas… Eso ya es mortal… Me gustaría ver la cara de mis compañeros de trabajo si les hiciesen esto. Pero si hay algo que no me gusta es cuando viene una mujer de más edad que yo y me dice: «te tienes que alegrar porque te llamen señorita. Eso es que te ven joven. A mí me enfada que me llamen señora». Reconozcamos que esto en el trabajo es una lacra. De hecho, en la cortesía empresarial no hay sexos, ni edades, ni arrugas… importa el cargo.

Está claro que tenemos que quitarnos de la mente que ser «señora te hace vieja, que tampoco es nada malo tener muchos años… Que preguntar determinadas cosas es una impertinencia y que el lenguaje debe adaptarse a los tiempos y no ser sexista. Y todo esto porque las formas ayudan a la hora de crear una buena comunicación en la empresa, con el cliente, y también con nuestros compañeros, cosa que al final favorece y facilita el desarrollo de nuestro trabajo

3 respuestas a ««No me llames señora, que me haces vieja». Malas costumbres en la empresa»

  1. Me ha encantado. Muy bueno. Con su permiso lo comparto. Un saludo.

Los comentarios están cerrados.

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