Si has abierto este post pensando que va a ser largo y árido y que va a describir todos los pormenores del protocolo en el Congreso…¡te equivocas!
Escribo esto porque una amiga me ha preguntado si era legítimo que ayer diputados y senadores tuviesen que sentarse en el Congreso, el día de la Sesión de Apertura de la Legislatura, “según fuesen llegando”… o, empleando sus palabras “al estilo de tonto el último”.
Normalmente los diputados tienen su escaño asignado en el Congreso, pero para la Sesión de Apertura el eficiente y preparado servicio de protocolo del Congreso, tiene que adaptar la zona de asientos, poniendo bancos corridos.
Normalmente en el Congreso se sientan 350 diputados, ese día hay que sumar a los 266 senadores… ¡Labor de chinos! Ni mi padre ordenaba tan bien el maletero del coche en los viajes… Algunos se han entrenado de pequeños con el tetris, en mi caso no me gustaban los videojuegos.
Ante tal avalancha de autoridades protocolo opta por protocolizar solo a un pequeño grupo de asientos destinados al Gobierno, cosa que es totalmente válida y además de mucho sentido común. Con semejante trabajo lo lógico es optimizar recursos. Además, se supone que los diputados y senadores son personas educadas y comprensivas que no se van a pelear por estar delante ni en el primer sitio (¿o no?).
Evidentemente no es necesario protocolizar los puestos en todos los actos; se puede protocolizar todo, parte o nada. Y no pasa nada, porque cada sistema tiene un sentido y unas razones lógicas. Porque el protocolo no es estricto e inflexible, eso lo son determinadas personas…
Bueno, en realidad hubo alguien que sí se quejó… De repente no era lo mismo estar detrás que delante y, aunque todos seamos iguales, no daba lo mismo sentarse delante o detrás por orden de llegada.
El día que a Pablo Iglesias el protocolo le parecía “hacer política antigua”.
El día que a Pablo Iglesias le parecieron importantes los de protocolo… y se ve que al final nadie tuvo inconveniente en cederle el sitio.
Lo que espero este este hecho haga a muchos darse cuenta de que el protocolo es necesario y que determinadas “bondades” y “detalles” no han de darse por supuestas. Confieso que siento cierta complacencia interior cuando la gente se da cuenta de que el protocolo está para algo… y, curiosamente, los que más lo desprecian son los que más acaban por reclamarlo…
Una respuesta a «El protocolo del Congreso»
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