Hace unos días la hija de una amiga participaba en el desfile de moda infantil de la temporada primavera-verano de una conocida gran superficie y mi sorpresa ha sido grande al ver la gran desorganización reinante.
En momentos como este se hace patente la necesidad del orden y de establecer criterios de ordenación, incluso en ambientes que no son oficiales.
Para poneros en antecedentes:
- Desfile de moda infantil de temporada
- Padres, madres, abuelas, tías,… aprovisionadas con bolsos, botellas de agua, etc. Pensad que cada niño trae consigo una media de seis personas (padre, madre y abuelos) sin contar tíos y amigos, cada uno con sus correspondientes smartphones.
Pero claro, nadie había reservado los asientos para los padres, al menos. Algunas familias llegaron primero y reservaron (no estoy de broma) hasta 15 asientos poniendo chaquetas, bolsos y botellas de agua… Muchos se quedaron de pie, donde sus hijos, algunos muy pequeños, no podían verlos.
La opción del “sálvese quien pueda” nunca es la más acertada. Y hace que un acto pierda “nivel”.
Pero lo mejor fue cuando llegó una señora con muletas y no había sitio para ella, preguntó y preguntó a todo el que veía con el uniforme de la tienda si podía salir alguien de la organización. Nada, fue inútil; la señora de las muletas se tuvo que quedar de pie. Y no fue la única que buscó en vano a “alguien de organización”. No había nadie para recibir, para indicar,… dos o tres trabajadores más pendientes de que nadie echase nada al bolso que de ayudar. Únicamente apareció la responsable al final, para llamar a los padres.
Luego algunos decidieron pegar las sillas al escenario, incluido un carrito de bebé con el bebé dentro… Sin que nadie les explicase que no podían estar tan cerca.
El siguiente fallo fue durante el desfile… Decidieron no quitar las etiquetas a algunos elementos de atrezzo. Fijaos en estas fotos con alarmas incluidas, etiquetas con el precio, precintos,…
Si tenemos en cuenta que cada niño llevaba seis personas como mínimo consigo y que había sesenta niños, tenemos un total de 360 teléfonos móviles con acceso a redes sociales (instagram, pinterest, Facebook, Twitter,…) y a grupos de whatsapp, la cosa se puede volver en contra de la organización.
En tiempos de redes sociales es muy importante cuidar los pequeños detalles porque una foto o un vídeo puede hacerse viral con facilidad. Podemos considerar que un evento pequeño no es relevante en una campaña de marketing, pero esto no es real porque las redes sociales hacen que algo muy pequeño, como un evento de 30 personas, sea TT.
Es necesario pensar en todos los detalles, elaborar check-list, pensar todo lo que puede surgir, elaborar un cronograma no sólo del acto sino también de la organización misma del acto, pensar en los más débiles,… y estar pendiente de nuestros invitados en todo momento. Y lo más importante: tener muy clara la idea que se tiene que llevar cada asistente de nuestro evento a casa.
Hay quien opina que los elementos que nos aporta el protocolo, no son eficaces y no es así. Son una auténtica herramienta de marketing que permite que cada uno de los asistentes a nuestros eventos se convierta en nuestro mejor embajador, se vaya cómodo y feliz. Que no salga por ahí enseñando fotos de niños de siete años que parece que se han llevado algo de la tienda, con alarma y todo.
Pero no creáis que termina aquí la cosa, el detalle que le dieron a los niños, que no fue la ropa que llevaban (ni siquiera para los que llevaban bañadores toda la mañana), iba con la etiqueta con el precio. Si yo hubiese sido una madre me hubiese molestado que el esfuerzo de mi hijo fuese valorado por debajo de los seis euros. ¡No es elegante regalar algo con el precio! ¡Nunca lo olvides, es como ponerle valor a la persona que recibe el regalo!
Una respuesta a «Mari Puri, ¡pilla sitio!»
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